Hotel Eden, Dorchester Collection

El hecho de bautizar a un hotel con el nombre de Eden no responde exactamente a la definición de modestia ni tampoco a la de sencillez, pero no se deje desanimar por la audacia del acto: con todo su esplendor, este lugar emblemático de Roma es extraordinariamente discreto, sin una sola nota discordante en su grandeza restituida. Tras la reforma del que fuera el rincón favorito de personajes de la talla de Hemingway e Ingrid Bergman, el Eden actual vuelve a ser uno de los mejores hoteles de Roma.

Aunque se encuentra a solo unas calles de la escalinata de la Plaza de España, núcleo del turismo romano, el Eden, con su ambiente de residencia aristocrática privada, es más tranquilo y decoroso que la mayoría de los hoteles de lujo de la ciudad. Sus más de cien habitaciones no le impiden ofrecer una intimidad impropia de un gran hotel moderno.
Las habitaciones no son excesivamente grandes, pero son muy coquetas. Las de la última planta deben sus espectaculares vistas de la ciudad a la situación privilegiada del hotel, que se encuentra en lo alto de una colina. Los techos con cornisa y los muebles antiguos son algunos de los detalles clásicos que contrastan vivamente con una decoración lo suficientemente moderna como para descartar cualquier parecido con una polvorienta pieza de museo.

Del hotel a algunos de los restaurantes, las tiendas y los lugares más extraordinarios del mundo no hay más que un paseo. Así y todo, no deje de visitar el bar de la azotea y La Terraza, uno los mejores restaurantes de Roma, cuyas vistas hacen que la comida resulte aún más exquisita. Si bien es cierto que, debido a la creciente demanda, Roma se ha convertido en una especie de supermercado de hoteles, los empleados del Eden siguen teniendo muy presente la regla de oro de la hostelería: aunque los huéspedes los necesiten más de lo que ellos los necesitan, nunca permitirán que se den cuenta de ello.